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23-08-2016

Dumba, la elefanta que vive en un jardín de 100 m2 en Caldes de Montbui

“Hay un elefante en el jardín de mi vecino”. Parece una broma, ¿verdad? Pues no lo es. Así nos lo contaron en 2009. Y era verdad: era una hembra de elefante asiático, a la que llamaban Dumba y que hace unos 30 años que vive en Caldes de Montbui. Nos pusimos a investigar: ¿quién tiene un elefante en casa, en un jardín? ¿Cómo vive? ¿Es eso legal?

Tras unos meses de ir al pueblo, preguntar, hablar con la gente, y realizar visitas de incógnito, para recoger fotos y vídeos, sacamos algunas cosas en claro: sus propietarios son una pareja de holandeses del mundo del circo. Y Dumba vive en un jardín de unos 100 m2 .

Un espacio minúsculo para una especie acostumbrada a que su territorio pueda ascender hasta 11.000 km2, por los que se desplaza cada día. Un lugar infinitamente inferior a los 2.000 m2 -y los 200m2 interiores- de los que deben disponer los elefantes que viven en cautividad, según la BIAZA (Bristish and Irish Association of Zoos and Aquariums). Además, el espacio debe estar enriquecido, debe suponer un reto positivo para el animal, con estructuras y herramientas que lo motiven a realizar sus comportamientos naturales.

Dumba vive en un espacio sin vegetación de 100m2, rodeado de árboles pero sin acceso a ellos y delimitado por un pastor eléctrico (verja que produce descargas eléctricas). Una elefanta sola, aislada, y sin más aliciente que la comida, y que está obligada a entrenar frecuentemente con su propietaria, Yvonne Kludsky

La vida laboral de DUMBA

DUMBA se pasa más de la mitad del año trabajando de circo en circo por toda Europa. La utilizan para anuncios de televisión –como el de pikolín-, en otras producciones audiovisuales y como atracción en eventos privados.

Nos pusimos en contacto con Yvonne Kludsky. ¿Realmente creía que DUMBA vivía bien? ¿Pensaba que era seguro para ella y para las personas? Los primeros intercambios de opinión fueron cordiales. En 2010 incluso se trató el asunto en televisión en el reportaje de Cuatro “Peligro, mascotas sueltas”.

En 2014, el Parlament de Catalunya debatió la prohibición de los animales salvajes en los circos. FAADA participó activamente en el impulso de la prohibición mientras que la Sra. Kludsky fue testigo de los defensores del circo con animales.

Aun así, durante la comisión se puso en duda el bienestar de DUMBA, la labor educativa que realizaba y la ética de sus prácticas de manejo con la elefanta. La sra. Kludsky concedió varias entrevistas, entre ellas una a El Periódico, en la que alegaba que “mis vecinos ya están acostumbrados. Desde hace muchos años vienen niños a ver a Dumba. También vienen personas invidentes, tocarla es una experiencia preciosa para ellos”.

Así supimos que, en efecto, los colegios y casales iban a ver a Dumba, en grupos de 25-30 niños. Que era la atracción de comuniones y cumpleaños. Que los niños se hacían fotos, la tocaban y observaban sus trucos. Ningún tipo de medida de seguridad.

El adiestramiento

Según la sra. Kludsky “adiestrar a los elefantes requiere un proceso: se trata de observar al animal y sacar provecho de lo que pueda hacer de forma natural. Todo se basa en la confianza mutua. Dumba sabe que jamás le pediré que haga una cosa que no sabe hacer”. Ningún experto ha dictaminado que sentarse en un taburete, bailar o ponerse de pie sobre sus dos patas traseras sean comportamientos naturales.

El entrenamiento de un animal salvaje consiste en forzar al animal a aprender ciertos trucos que puedan resultar “divertidos” o atractivos para algunos espectadores. Se basa en llevar al animal aun estado de sumisión total basado en la violencia. Para ello se usan palos con pinchos o descargas eléctricas. El humano ordena y el animal sabe que tiene que obedecer o será castigado. La Sra. Kludksy lo admite en otra entrevista: “claro que sus reacciones no son racionales, y de pronto pueden descontrolarse. Según como, la primera vez lo puedes tolerar, pero si el error se repite una segunda o tercera vez, hay que castigarle”.

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